En pandemia creo que muchas personas tomaron conciencia de la importancia de disfrutar de la vida al aire libre y de la naturaleza, todo derivado del encierro en el que todos nos vimos obligados a hacer para no contagiarnos del virus, de lo que no estamos muy seguros es si aprendimos de cuidar del medio ambiente, justamente ayer se celebró el Día Mundial de la Educación Ambiental, para crear conciencia sobre el tema, en lo personal  y a nivel gubernamental en todo el mundo se cumpla con la necesidad de participación por conservar y proteger el medio ambiente.

Entre todo lo que se debería hacer para proteger, y mejor el medio ambiente, bastante deteriorado por cierto, por la deforestación, agroquímicos, etc. esta el tratamiento de los residuos, por suerte surgen ideas para hacerlo, estudian reciclar barbijos descartables para mejorar suelos viales, desde el LEMaC Centro de Investigaciones Viales UTN FRLP - CIC PBA buscan resolver un problema ambiental y, al mismo tiempo, incrementar la vida útil de calles y rutas. Los primeros ensayos fueron positivos y, a modo de prueba, se empezaría a aplicar en vías urbanas de bajo tránsito y caminos rurales.

El barbijo se convirtió en uno de los símbolos de la pandemia: su imagen se difundió en todo el mundo como una de las formas para combatir, junto a las vacunas, al virus SARS-CoV-2. Sin embargo, su uso extendido generó una oleada de residuos que ya está mostrando consecuencias. Según cifras de la revista National Geographic, a nivel mundial se utilizan 129.000 millones de barbijos descartables al mes, es decir, tres millones por minuto. Y, a diferencia de los de tela, son altamente contaminantes y suelen terminar en mares, ríos y basurales a cielo abierto.

En medio de ese panorama, desde el centro de investigaciones viales LEMaC (de la Universidad Tecnológica Nacional y asociado a la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires) se plantearon un interrogante: ¿de qué manera un residuo plástico puede contribuir a generar un mayor aporte estructural en los suelos viales? La respuesta la encontraron en el contexto señalado y, así, comenzaron una serie de estudios preliminares con los que buscan determinar cómo los barbijos de un solo uso podrían mejorar el rendimiento de rutas y calles.

Es que el pavimento asfáltico está compuesto por varias capas, siendo generalmente las inferiores de suelo. Estas capas deben tener una estructura que le aporte la resistencia necesaria para soportar el peso constante de los vehículos. Es por eso que se suelen incorporar a las mismas piedras, cemento, cal y aditivos químicos, entre otros, que, además, tienen un costo elevado. Aquí es donde la adición de los barbijos triturados podría mejorar el resultado.

“Las fibras plásticas de diferentes telas pueden ser útiles otorgando un plus de aporte estructural a esas capas porque toman los esfuerzos de corte internos; y si provienen de un residuo, pueden reemplazar a los materiales ya enunciados por otro de menor costo o, incluso, sin costo para quien lo utilice”, explicó Julián Rivera, subdirector del LEMaC, en diálogo con la Agencia CTYS-UNLaM.

De esta manera, la tela de los barbijos, conocida comercialmente como friselina, les otorgaría mayor durabilidad a dos de las capas, a un costo mucho menor y colaborando a solucionar un pasivo ambiental. “Los resultados a los que hemos llegado es que, por cuadra por capa tratada, se podrían reutilizar más de un millón y medio de barbijos”, graficó.

Marianela Ríos Fuente: Agencia CTyS-UNLaM